Traducir / Buscar en Google

TODAVÍA NOS QUEDA EL MALBEC - MICRO RELATO DE UNA REDENCIÓN

Cuento Malbec Tupungato Mendoza
Tupungato - Mendoza - Argentina

TODAVÍA NOS QUEDA EL MALBEC - MICRO RELATO DE UNA REDENCIÓN


Ajusté los binoculares y lo vi, sin querer, no sabía que esa noche estaría allí en ese estadio de fútbol rodeado de gente en la tribuna. Supe que nos habíamos redimido.


Los recuerdos me invadieron. La copa era grande y fina, especial para degustación. La sujetó firmemente pero inclinada con la mano izquierda y vertió dentro una moderada cantidad del nuevo malbec de la finca. La agitó con ímpetu adolescente. Vi teñirse el cristal del mismo color que estaban tomando mis mejillas. Me lo ofreció diciendo: -Probalo, cosecha del año pasado, solo para exportación. – me sostuvo la mirada ya no recuerdo si por unos segundos o una eternidad.


Mientras el calor del vino corría por mi interior pude sentir el cambio, supe que desde ese momento su espíritu se había fusionado con el mio. Que cada vez que cerrara los ojos iba a tener su mirada incrustada en mi retina, que cuando sonriera serían sus labios los que lo harían y que, en sueños, nos burlaríamos juntos de la realidad. Maldita realidad.


Siempre me pareció simpático, hasta incluso confieso que muchas veces se me antojó por demás atractivo, cuarentón, de cabellos encendidos apenas salpicados por unas incipientes canas, profundos ojos celestes y una testarudez insoportable que delataba sus orígenes vascos al igual que su nariz prominente. En honor a la verdad debo decir que él no se quedaba atrás en eso de coquetear, me mandaba música todos los días por correo electrónico y cuando nos reuníamos en su oficina me cantaba canciones o se acercaba de una manera sospechosa. Jugamos siempre al límite aunque alguna vez casi los cruzamos y fue cuando pese a su prodigioso Malbec, nos impusimos distancia.


Pero…¡maldita realidad!.


El efecto permanente de aquel vino me hacía ir a los lugares que alguna vez frecuentamos juntos, a leer los libros que me recomendaba y a escuchar la música con la que vibramos esa primavera.


Pasó mucho tiempo sin que supiera nada de él. Algunos diciembres más adelante, me regalaron una entrada para ver un partido de Independiente, yo nunca había ido a una cancha. Se jugaba la final de la Copa Libertadores de América. Ajusté los binoculares y lo vi, sin querer, no sabía que esa noche estaría allí en ese estadio de futbol rodeado de gente en la tribuna.


Supe que nos habíamos redimido.

Seguime en Redes Sociales

Seguime en Facebook seguime en Twitter Canal de youtube seguime en Instagram Seguime en Pinterest seguime en Linkedin