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Ciudad de Ekaterimburgo |
PERESTROIKA PARA UN HOMBRE SOLO V - TODO LO QUE RELUCE

Tomar su aperitivo favorito en horario
laboral no era el único beneficio del que gozaba Laura en el Departamento
Central de Policía. Sus contactos en el
departamento de delitos informáticos iban más allá de lo laboral, un ex novio con
quien había quedado en buenos términos al romper la relación trabajaba allí hacía
años y se tenían mutuo respeto profesional.
Cuando, dos meses antes, su jefe le informara
sobre las sospechas que le habían llegado sobre la posible llegada al país de
un grupo asociado a la mafia rusa de trata de personas y narcotráfico
internacional y le mostró los datos que tenían hasta ese momento, Laura se dio
cuenta que era su oportunidad de salir de “chiquitaje”, como llamaba ella a los
casos de mínima trascendencia tanto en la fuerza como en los medios.
El legajo de las investigaciones preliminares
sobre esas sospechas incluía material mayormente del departamento informático
donde constaban rastreos de direcciones IP, comunicaciones por correo electrónico
y datos de los sospechosos. Su sorpresa
fue mayúscula cuando entre esos nombres encontró el de Iván.
Sin medir las consecuencias de sus
palabras, apretó el brazo de Roberto, su
jefe mientras seguía con la mirada el legajo en la pantalla de la computadora:
- ¡No te puedo creer!, a este lo conozco,
hicimos la secundaria juntos en el pueblo, ¿de qué la va en todo esto?
- Te lo mostré porque supuse que podías
llegar a conocerlo, cuando vi los datos del registro de direcciones IP y el
informe que pedimos al proveedor de Internet me imaginé que te ibas a
sorprender que fuera tu pueblo. Pueblo
chico…
- No entiendo como este flaco terminó involucrado
en algo así, ¿qué más se sabe?
- Poco, la pista me llegó desde un contacto extraoficial
que tengo en la CIA, no te voy a explicar ahora pero lo que investigamos no
está declarado, hasta para tener la información del proveedor de Internet
tuvimos que coimear(1), necesitamos
más datos pero para eso voy a necesitar apalabrarme a algún juez que me órdenes
de peritaje y toda esa mierda, sino no nos sirve de nada y me voy a gastar todo
el presupuesto en cometa(2), pero el
caso promete ¿entendes? –le dijo mientras levantaba los hombros y abría los
ojos- Lo que sé es que el que nos
interesa es el tal Sergei con el que se escribe muy seguido por e-mail este
flaco, el tipo se muestra con una fachada pero tiene contactos con la mafia, no
tenemos evidencia de que lo hayan involucrado a “tu vecino” pero si de que le
están sacando información de la computadora.
- Creo que este pibe había estudiado
informática después que terminamos el colegio, ¿cómo no se da cuenta de que lo
están espiando?
- No se Laura, el tipo tiene una vida rara,
viene a la capital una vez por semana por lo que sabemos y cada dos semanas
frecuenta un departamento de “chicas” en Palermo, la computadora está plagada
de pornografía. El software que
detectamos espía todos sus chats privados y correos electrónicos y, por lo que
sabemos, hace más de seis meses que no hace una profunda limpieza de esa
computadora, por eso siguen conectándose y rastreando sus movimientos acá, el
tipo será muy informático pero se cumple el dicho…en casa de herrero…
- Y ¿qué necesitas de mí? –
- Pensé que como es de tu pueblo y ahí se
conocen todos, a lo mejor podes encontrar una excusa para verlo y acercarte a
él para tener más información sobre este Sergei…
- Dejame pensar alguna excusa, vos me estás
pidiendo que me lo levante para sacarle data? – lo miró con el ceño fruncido y
clavándole la mirada
- Vos sabrás, pero necesito que le saques
todos los datos que puedas.
Dos semanas después Laura estaba organizando
un encuentro de egresados del secundario aprovechando que la mayoría vivía
ahora o en la capital o muy cerca. Iván
fue por supuesto, uno de los convocados…lo demás fue bastante sencillo…alcanzó
con invitarlo a tomar una cerveza en su departamento…
Fue en ese mismo lugar donde, casi dos meses
después, Laura una noche pudo colocar el avanzado software de rastreo que le
diera su ex novio para la computadora nueva de Ivan. Así supieron que Sergei
también había reinstalado el suyo gracias a un archivo adjunto que le enviara
por correo electrónico.
Al día siguiente, rebosante de alegría por su
próximo viaje a Rusia, Iván invitó a Laura a cenar una de sus comidas
preferidas, típico de la zona y de origen disputado por rusos, polacos y
ucranianos, la Kapusta o Kapusniak era
lo que quería que su chica probara esa noche.
Pero por más que se esforzó, ninguno de los restaurantes de Buenos Aires
especializados en comidas típicas lo tenía entre los platos disponibles ese día
por lo que acabó reservando en un club ucraniano de la localidad bonaerense de
Ensenada. Apenas a 60 kilómetros de
distancia y casi dos horas de viaje luego de tres transbordos en colectivo...
Los sabores
agrios predominantes en ese plato solo le hicieron recordar a Laura lo que
significaba esa relación para ella, por un lado la posibilidad de dar un gran
salto en su carrera si lograban desbaratar la operación de trata a tiempo
además consolidar los vínculos de Roberto con la CIA y todo lo que ello
implicaría para su futuro pero además, tener que esforzarse cada día para que
Iván no sospechara de sus verdaderas intenciones.
********************************************************************
Cuatrocientos metros recorrieron a pie Iván y Vladimir
desde la salida de la estación del metro de Uralskaya hasta un departamento en el piso 10 de un
edificio de la calle Chelyuskin Sev.
Durante el trayecto reinó el silencio, solo interrumpido por la
respiración agitada de Iván tratando de seguirle el ritmo a Vladimir que pese a
su robusta contextura caminaba más rápido de lo esperado.
Llegaron al
frente de un pequeño centro comercial al aire libre detrás del que se erigían
unos edificios de mediana antigüedad, no eran viejos pero tampoco edificios
ultra modernos. Subieron hasta el piso
10 en un ascensor pequeño que incomodó a Iván.
Al entrar al departamento dos cosas lo
impactaron, la primera fue la vista desde la ventana principal, se apreciaba
perfectamente desde arriba el cementerio que estaba cruzando la calle y segundo
que la decoración grotesca nada tenía que ver con Vladimir que se mostraba
bastante refinado.
- Rento este lugar hace unos meses, por
trabajo, no paso tiempo aquí pero es bueno estar cerca del negocio. –le explicó
a Iván mientras colgaba el abrigo y guardaba en los bolsillos los guantes.
Ivan no respondió, solo asintió con la cabeza
mientras miraba el resto del departamento, pálido y tragando saliva.
Vladimir le señaló una silla junto a una
pequeña mesa donde depositó un vaso mientras intentaba por segunda vez entablar
conversación:
- Quítese abrigo y beba amigo mío, vodka
recupera espíritu y circulación –se rió mientras servía de una botella blanca
en dos pequeños vasos sobre la mesa.
- Gracias no hace falta –respondió Iván restregándose
los brazos con las manos aún con los guantes y el abrigo puesto. -¿Por qué me
busca?- alcanzó a decir mientras Vladimir apuraba los dos vasos de vodka casi
sin respirar.
- Mire, tranquilo, no le haremos nada – el plural
no hizo más que aumentar los temores de Iván –solo queremos hacerle una oferta
pero antes de eso mostrarle algo
- ¿Oferta?, estoy de vacaciones en una semana
viajo a Moscú a encontrarme con un amigo antes de volver a mi país no sé de qué
me habla. –corrió la silla y se sentó mirando a Vladimir fijamente
- Sé que viaja a Moscú y sé de su amigo,
descuide –La cara de Iván pasó de blanco pálido a rojo fuego en una fracción de
segundo, había entrado en calor sin la ayuda del vodka –pero antes por favor, paciencia.
- ¿Qué le hace pensar que voy a aceptar?,
tengo planes para todos estos días y sin saber de qué me habla no puedo
concederle mucho, menos paciencia. –el acento ruso de Iván sonaba cada vez
menos amable y más furioso. – ¿Quién es Usted? o mejor dicho, ¿Quiénes son
ustedes?
- Somos, una familia que necesita de su ayuda.
–Sonaba firme y seguro de lo que decía mientras se servía otro vaso de vodka.
- ¿Cómo saben tanto sobre mí?, no sé de qué me
habla y tampoco me interesa si me permite me retiro –amagó con levantarse pero
el brazo de Vladimir lo alcanzó para impedírselo
- Espere, mire, voy a mostrar algo –Vladimir
se incorporó y caminó hasta un mueble cercano
Mientras él buscaba en los cajones Ivan tomó
su celular y envió un telegráfico mensaje a Sergei “estoy en un departamento a cuadras del metro, con checheno, no sé qué pasa,
escribo luego”. Si iba a pasarle
algo, al menos que alguien en territorio ruso supiera donde estaba y que le
estaba pasando.
- Descuide que su amigo sabe que está aquí,
nada pasará le prometo –dijo Vladimir al escuchar el sonido del teclado que
Iván no pudo silenciar rápido y abriendo uno de los cajones sacó una foto de
gran tamaño que llevó hasta la mesa.
Iván, confundido, levantó la vista del celular para alcanzar a
ver justo cuando Vladimir se volteaba hacia la mesa con una fotografía en la
mano.
- Mi sobrina, Prina, hija de mi hermano Igor
muerto en guerra. Ella refugiada desde
niña junto a otros 7 hermanos –Le contaba mientras miraba la imagen fijamente –
Necesitamos ayuda para ella y después hermanos –Usted es el hombre que nos
mandó Alá para esto –Dijo Alá en un tono notoriamente más bajo.
Iván respiró profundo, tragó saliva y miró
atentamente la fotografía que mostraba a una joven de no más de 25 años de
rasgos finos, cejas negras marcadas y profunda mirada oscura con una hijab(3) color crema que cubría
también su cuello. Era una toma del
torso de la joven y pese a la discreta vestimenta se apreciaban sus notorias
curvas bajo la tela. Queriendo
recomponerse del impacto y acomodándose en la silla le soltó a Vladimir en un
ruso ya más imponente y menos tembloroso que el articulado hasta ese momento de
la conversación:
- No termino de comprender que es lo que
necesitan de mi –dijo sin sacar la mirada de la foto
- Usted no comprende todavía internas
políticas aquí, logré atravesar el territorio con sobrinos muy pequeños
haciendo gran esfuerzo fue viaje largo y penoso, pasando controles en todo el
territorio hasta llegar a Ekaterimburgo donde nos establecimos. Eso fue hace veinte años pero queda el
recuerdo que duele, ellos estudian, trabajan pero no logran recuperarse del
daño de guerra, ¿entiende? – preguntó con un gesto de súplica. –Mire volver a
Chechenia no es opción, quedarse aquí tampoco, ¿usted sabe lo que significa ser
checheno y musulmán en Rusia?, lo mínimo somos terroristas.
- Todavía no entiendo tanto misterio y tampoco
como sabe tanto de mi y de mi amigo Sergei –dijo Iván sosteniéndole la mirada
lo más que pudo
- Misterio como usted dice por precaución, uno
nunca sabe dónde y con quién habla de estos temas y espías hay por todas
partes. Mire voy a ser sincero, mi nombre no es Vladimir Smirnov, me llamo
Nazyr Dadayev y me dedico a la construcción desde poco tiempo después de huir
de Chechenia, mis comienzos fueron como obrero pero hoy dirijo importante
industria en esta fértil zona de Rusia además hacemos negocios con Asia por cercanía.
Así que problemas de dinero no tiene mi familia. –Hizo una pausa para servirse
otro vaso de vodka e insistió una vez más ofreciéndole a Iván.
- Ahora si le acepto uno, gracias –casi rogó
Ivan tratando de encontrarle explicación a todo el asunto. – ¿Qué necesita de
mi entonces? –
Eran cerca de las 6 de la tarde.
Nazyr apuró el cuarto vaso de vodka y siguió
hablando con una expresión entre adusta y relajada que confundía cada vez más a
Iván.
- Mi sobrina, Prina - señaló la foto sobre la
mesa – Necesita ir lejos y luego tal vez sus hermanas y hermanos sigan mismo rumbo pero no puedo confiar en ningún hombre de la familia para eso. –Dijo negando
con la cabeza mientras miraba la botella en la mesa- Conozco a Sergei hace
años, ya contaré esa historia, y él me habló que usted vendría.
- Le agradezco si vamos al grano Vladimir,
digo...Nazyr, ¿por qué Sergei no me advirtió sobre esto? –indagó con cierta
autoridad en la voz Iván.
- Yo pedí que no lo hiciera, por favor no enojarse usted con él, ya comprenderá. Hablemos mañana
más tranquilos. 8 horas, mi chofer lo
espera en la puerta de hostel, invito a la banya (4) de mi casa de campo y explico en detalles –Nazyr finalmente
se incorporó haciéndole un gesto a Iván de darle la mano a modo de despedida. -
No se preocupe por el dinero, su colaboración, si acepta, será gratificada
generosamente.
- No sé qué decirle, necesito descansar pero
me gustaría irme con algo más de precisión si fuera tan amable.
- Si acepta el trato, volverá a su país en un
avión privado con mi sobrina, tendrá al llegar un contacto que le dirá como
seguir pero permita que mañana contar más, ahora descanse. Recuerde, 8 horas en la puerta del hostel,
Boris esperará en el auto, ahora él llevará de regreso – presionó un botón al
lado de la puerta de entrada y en menos de tres segundos ahí estaba Boris,
alto, rubio, gesto rudo, de traje negro y abrigo al tono quien recibió en
silencio la orden de trasladar a Iván hasta su hostel.
Iván y Boris aún no habían llegado al
ascensor cuando Nazyr marcó el número de Sergei en Moscú.
- Ya lo tenemos, mañana entrará en confianza
- ¿Seguro que no sospecha?
- Es más listo de lo que creí pero no sospecha,
creo hasta estará contento de conocer a Prina – Nazyr soltó una carcajada que
parecía haber estado retenida por varias horas.
- Bien ahora yo espero su llamado,
seguramente reprochándome no haberle hablado de usted, pero descuide, sabré
manejarlo. – aseguró Sergei al otro lado del teléfono mientras Nazyr cortaba la
comunicación sin despedirse.
En el auto camino al hostel la cabeza de Iván
no paraba de girar en torno a la historia que le contara Nazyr, su sobrina, la
huida de la guerra, tantos hermanos y ahora necesitar volver a escapar pero ¿de
qué?, ¿qué tendría él para aportar en todo esto?, estaba en esas especulaciones
cuando recordó la invitación a la banya,
nunca había estado en una pero le habían hablado mucho de las casas o salas de
baño típicas de la región, especie de saunas con características propias. De golpe el recuerdo de la mirada y las curvas de Prina
en esa foto se le hicieron presentes y un mensaje en su teléfono lo interrumpió, era
Laura que le respondía el mensaje de la tarde.
(1)(2) coimear, cometa: Sobornar, soborno.
(3) hijab: velo con el que usan las mujeres musulmanas para cubrir la cabeza
(4) Banya: Casa o sala de baño con características particulares típico de Rusia, los hay privados, generalmente en casas de campo, o públicos. No debe confundirse con baños saunas, que en Rusia son únicamente reservados para actividades eróticas.
Capítulos anteriores:
Perestroika para un hombre solo
Perestroika para un hombre solo II - preludio al segundo viaje
Perestroika para un hombre solo III - carnaval en los Urales
Perestroika para un hombre solo IV - reunión en el metro
¿Te quedaste con la duda de qué es y cómo se prepara la Kapusta?, mirá estevideo:
(3) hijab: velo con el que usan las mujeres musulmanas para cubrir la cabeza
(4) Banya: Casa o sala de baño con características particulares típico de Rusia, los hay privados, generalmente en casas de campo, o públicos. No debe confundirse con baños saunas, que en Rusia son únicamente reservados para actividades eróticas.
Capítulos anteriores:
Perestroika para un hombre solo
Perestroika para un hombre solo II - preludio al segundo viaje
Perestroika para un hombre solo III - carnaval en los Urales
Perestroika para un hombre solo IV - reunión en el metro
¿Te quedaste con la duda de qué es y cómo se prepara la Kapusta?, mirá estevideo: