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🕵 DIOS TAMBIÉN TE PERDONARÁ - UN CUENTO CON PRETENSIONES

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DIOS TAMBIÉN TE PERDONARÁ - UN CUENTO CON PRETENSIONES



Nota: Este relato forma parte del compilado ILoveYou, de la Editorial Dunken presentado en Diciembre de 2017 como resultado de la convocatoria ROI de obras inéditas.



Querido Uriel:

Mucho me temo que ante la repentina partida al Oriente Eterno de nuestro Hermano Hermes, tenemos que encarar sin prisa pero sin pausa la sucesión de sus tareas en nuestro Templo y debemos respetar la voluntad que la mayoría expresó ayer con su voto.  No encuentro entre nosotros alguien más preparado que tú para aceptar ese puesto.Piénsalo bien, tendrías la oportunidad de concluir con honor sus trabajos, continuar puliendo tu propia piedra y ayudar a que el resto de los Hermanos asciendan en este camino iluminado por la Luz de la Sabiduría.

Espero reconsideres tu decisión y que el Gran Arquitecto te acompañe.

Fraternalmente. Antonio.


En la biblioteca de la planta alta de su vivienda, Uriel escuchaba música Sacra y releía la carta que había recibido de puño y letra de su compañero instándolo a aceptar los resultados de las elecciones del día anterior.

Según el rito, él había dejado atrás la vida superficial hacía ya treinta años, la noche de su última iniciación.  Fue una muerte simbólica en el mundo profano que dio paso a una resurrección y a su nueva espiritualidad.  Desde entonces se consagró al estudio y al trabajo masónico como nunca antes.  Era abogado, de buen pasar económico y vivía solo.En un rincón privilegiado exhibía una espada con empuñadura de oro, que llevaba grabado el nombre con el que lo bautizaron durante el solsticio de invierno del  año en que juró el grado 32.  Era desde entonces  Venerable Maestro, estaba unido a sus compañeros por un vínculo aún más fuerte que el consanguíneo.


El Hermano Hermes, había fallecido hacía cinco días, no tenía familia por lo que nadie se opuso a la tenida fúnebre con que lo despidieron en el edificio de la logia número siete de la Ciudad de Mendoza.


De acuerdo a la regulación de la Orden, todos los asistentes ataviados con sus trajes de ceremonia negros, guantes blancos, mandil y collarín, trasladaron el féretro a pulso desde el Templo hasta el cementerio.  La duda sobre la sucesión se hizo presente en el mismo instante en que arrojaron el primer puñado de tierra sobre el cajón.Los iniciados en grados altos eran quienes tenían la responsabilidad de hallar al más apto para esa posición por medio del ejercicio del voto.  No faltaron quienes, pensando en propios beneficios, hicieron campaña en favor de unos u otros.  Uriel ganó por amplia mayoría pero pidió tiempo para considerar aceptar el cargo.


En esa junta eran casi todos mendocinos y entre comprovincianos podría decirse que había una hermandad dentro de otra.  Pese a los principios declamados de Igualdad, libertad y fraternidad, el trato hacia los venidos de otras provincias era muy distinto, incluso llegaban a manipularlos para evitar que ascendieran en la escala de poder.  El grupo estaba formado por representantes de casi todas las profesiones, oficios y clases sociales: docentes, arquitectos, abogados, curas, plomeros, carpinteros, hasta un rabino.  Muchos hombres de Fe abocados al estudio de lo esotérico y la búsqueda de la Verdad.


Uno de ellos fue Hermes, oriundo de San Juan, quien accedió en el tiempo record de cinco años al máximo grado, el 33, coronándose Soberano Gran Inspector General gracias a su esfuerzo personal, su incuestionable capacidad intelectual y al llamado anticipado a elecciones debido al grave estado de salud de su anciano antecesor.  Para decepción de algunos que en silencio lo envidiaban o que como Uriel, habían esperado muchos años para alcanzar el liderazgo pero no lo lograron, Hermes jamás cayó en juramentos espurios ni develó secretos de las actividades del Templo.  Esos errores hubieran derivado en una expulsión automática, tal como amenaza simbólicamente el juramento del Aprendiz: arrancar la lengua de raíz y cortar la garganta del traidor.


Hermes fue fiel a su mandato hasta su último minuto.  Nadie supo que sucedió al finalizar la reunión del equinoccio de primavera.  Su cuerpo fue encontrado al día siguiente, sin vida y con la garganta tajeada acostado en la mesa del cuarto de reflexión.  El comisario de la ciudad, recientemente iniciado como Aprendiz, impidió que trascendiera el escenario de la muerte.  La causa, caratulada como suicidio, fue abierta y resuelta en cuarenta y ocho horas.Uriel, dirigió una dulce mirada a la espada, oyó los últimos acordes de la misa de Bach y decidió aceptar el puesto de Gran Maestre.


Nadie dudó.  Los hermanos estaban en paz.



Mirá el video de la presentación del libro donde se publicó este cuento

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