LA LUCHA - UNA HISTORIA EXISTENCIAL Y ABSURDA
Nota: Este relato forma parte del compilado Trapecistas sin Red (Redes Marita), de la Editorial Dunken presentado en Marzo 2020 como resultado de la convocatoria ROI de obras inéditas.
En
sus pocos días de vida aprendió que el final llegaría pronto. Le advirtieron sobre los impactos imprevistos
de objetos contundentes o de la incursión descuidada en repentinas nubes
tóxicas. Pero
nada de lo transmitido por sus congéneres en horas anteriores advirtió sobre
esta posibilidad. El aire claro y
oxigenado que se respiraba segundos antes, se convirtió de golpe en un entorno
oscuro, movedizo, húmedo y caliente.
Intentó aferrarse a unas estructuras irregulares que surgían del techo y
algunas del piso, eran ligeramente más duras, pero lo patinoso y liso de la
superficie hizo que se resbalara nuevamente y un monstruo caliente, poroso y
sin manos la llevo más atrás.
Un
inesperado espasmo la impulsó hacia adentro donde todo parecía estrecharse y oscurecerse
más aún. Se encontró encerrada en lo que
al parecer era un tubo, rodeado de algo gelatinoso, de paredes un poco rugosas.
Deseó con todas sus fuerzas tener patas más
largas para poder sostenerse de ambas paredes y evitar una caída más profunda. Se aferró como pudo con todas sus extremidades
y rascó con fuerza, se dio cuenta de que cada vez que lo hacía, se producía un
espasmo mayor que la sacudía violentamente sin lograr impulsarla hacia arriba
para buscar la salida por donde había entrado, pero tampoco lograba llevarla
más abajo. Pensó en rendirse y hasta
creyó por un segundo que si se entregaba al destino tal vez en el otro extremo
estuvieran sus compañeras esperándola para felicitarla por la hazaña y
aplaudiendo su paso por el ritual de iniciación. Pero no, no se animó a zambullirse en ese
hondo y oscuro pozo.
De golpe desde
arriba pudo ver un haz de luz que duró fracciones de segundo, seguido de una
catarata de un líquido traslúcido que la cubrió por completo, llevando sus
antenas hacia atrás y retorciendo aún más sus debilitadas alas. El remolino acuoso la llevó más adentro donde
el espacio era más grande pero continuaba siendo oscuro, húmedo y algo más mal
oliente que antes. Había caído de
espaldas, sus alas ya no servían y las patas sin fuerzas no iban a ayudarla a
escapar. Un sueño profundo la invadió y
se entregó a flotar entre los líquidos espesos que habitaban el recinto.
- ¿Otro vaso de agua abuelo?- No Lucas, gracias, creo que me tragué una mosca pero ya está.