Traducir / Buscar en Google

EL ROSTRO - RELATO - EL DÍA QUE CONOCÍ A BAPHOMET

Laguna de San Miguel del Monte cuento corto el rostro
Laguna de San Miguel del Monte

EL ROSTRO - RELATO - EL DÍA QUE CONOCÍ A BAPHOMET

Todavía me altera recordar esa tarde en la laguna. 

Tomábamos mate y leíamos poesía.Ese día mostraba una actitud francamente abierta, me hablaba sin pudores sobre su pasado que incluía vínculos con sociedades discretas que el mundo tenía olvidadas pero que seguían operando, ya no en las sombras pero si bajo un sutil manto de discreción. Yo escuchaba atentamente, como en trance aquel relato pero no fue hasta que habló de la decepción que sufrió y de porqué abandonó las filas de la hermandad, cuando advertí el cambio en su gesto. Con sólo recordarlo siento que vuelvo a experimentarlo. 

Ahora no es ese rostro anguloso y de mirada amable el que me observa, la cara varía de dimensiones y de expresión con cada segundo. Es como si los átomos que la forman estuvieran moviéndose al ritmo de una antigua danza, un rito desconocido para mi, los ojos se agrandan o se achican a medida que habla con mayor o menor fuerza, el contorno de ese rostro se desdibuja sobre un atardecer que da paso a una noche oscura y eso solo consigue hacer del momento algo aún más tenebroso. Abrí y cerré los ojos, sacudí mi cabeza y volví a enfocarme en la cara, seguía ahí, ya no se movía ni cambiaba de forma pero no era él, lo reconocí de inmediato, era el rostro de Baphomet, la deidad que se cree tenían los antiguos templarios, una figura pseudohumana con barba y cuernos que, en teoría, convocaban en sus reuniones secretas. 

Había leído sobre Baphomet en la novela que estaba a punto de terminar esa temporada, pero tenerlo delante de mí me aterrorizó de tal forma que busqué una excusa para levantarme y tomar aire. Fui hasta el auto, tomé un trago de agua de la botella, respiré profundo y traté de calmar mis palpitaciones antes de regresar junto a él. Mientras me acercaba nuevamente a la orilla de la laguna donde me esperaba, me convencí a mí misma de que todo era producto de mi imaginación, esa novela me había perturbado de tal forma que estaba alucinando. Me senté en el pasto enfrente suyo, acepté otro mate y tomé coraje para volver a mirarlo. Era él nuevamente pero, por alguna razón que aún no comprendo, había rejuvenecido al menos diez años.

Seguime en Redes Sociales

Seguime en Facebook seguime en Twitter Canal de youtube seguime en Instagram Seguime en Pinterest seguime en Linkedin