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CARTAS DESDE EL SUR - SI ANTOINE DE SAINT-EXUPÉRY ME LEYERA

Antoine de Saint-Exupéry avion el principito
Antoine de Saint-Exupéry en su avión

CARTAS DESDE EL SUR - SI ANTOINE DE SAINT-EXUPÉRY ME LEYERA


Te escribo estas líneas porque estoy segura de haberlo encontrado y recordé tu ruego de hacerte saber que ha regresado. Se hace llamar Julián, pero estoy segura de que es él. Yo no piloteo aviones, pero cuando lo conocí de algún modo el mío, como el tuyo aquella vez, se había averiado. De pronto el mundo me pareció un terrible enemigo frente al que no tenía más armas con las que combatir, dejé de comprender yo también el sentido de mi vuelo.


Un día pude verlo, o mejor dicho: él se dejó ver y me recordó toda su sabiduría, entonces volví a volar, supe que no siempre conocemos el motivo de nuestra misión y que muchas veces ésta carece de sentido, pero que lo que realmente importa es la esencia que perdura más allá de los hechos. Fue muy fácil identificarlo. Muchas veces no responde mis preguntas, tiene cabellos de dorados, sonríe con frecuencia y se me presentó para recordarme que la felicidad está en las cosas simples, que el amor está en una sonrisa, que uno es sus lazos, es decir, en esencia, los vínculos que sabe construir y mantener cotidianamente. 


Cuando nos conocimos, él también estaba perdido. Pero desde que nos encontramos, sus lágrimas desaparecieron y nuevamente por las noches las estrellas suenan como quinientos millones de cascabeles. Es que sentí un fuerte impulso y me permití reconfortarlo o tal vez mi inconsciente recordó tu pedido de ser amables con él. Nos domesticamos mutuamente. ¿Sabes qué más?, cuando supe que su rosa volvió a florecer, fue como si mi avión se hubiera reparado instantáneamente y comprendí que debía volar, que ahora si podía hacerlo con toda seguridad. Por eso es que siento tanto amor hacia él.


Debo sincerarme contigo, querido Antoine, y decirte que me atormenta la idea de que el Principito no me pertenece, que tal vez algún día no podré verlo y entonces me abraza la misma tristeza que te envolvió en el desierto cuando lo viste desaparecer. En esos momentos solo me devuelve el alma al cuerpo recordar que si ese día llega, como he visto su esencia, lo mantendré conmigo y podré seguir escribiéndole cartas y dibujándole corderos. Si me pidieran reducir mi biblioteca a tan solo cuatro o cinco libros, ten por seguro que al menos tres serían tuyos. Como muchos, pasé años de mi vida creyendo que sólo habías escrito un solo libro, magnífico, pero solo uno. No fue hasta que nació mi amistad con Julián que supe de tus otras obras. 


Fue gracias a que él trazara para mí un camino de lecturas que un día me descubrí buscando una rareza agotada para saciar mi curiosidad y tratar de comprender que era lo que realmente intentaba decirme Julián. Creía entonces que sus recomendaciones no eran más que mensajes encriptados, que algo en cada libro escondía un mensaje secreto, oculto al resto del mundo pero visible solo para mí.

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